miércoles, 14 de enero de 2015

A-temporal







Antes de los treinta conocí a un hombre
que sembró luces en mi estómago
apaciguó las aguas de mi río
y trajo para mí adornos y azucenas
Me atraía el vértigo y el nudo
el escándalo de saberlo ajeno
al estancamiento en que caímos
cuando el mediodía urgía entre nosotros
como dos extraños que se cruzan por la calle
y huelen el peligro
Pasado un tiempo conocí a otro
¡Ay cómo amé a ese hombre!
Me clavaba espinas en el centro
y llenaba de noches mi tumulto
hasta hacerme perder las dos orillas
atada a sus cuencas y vacíos
Amaba sus manos femeninas
La suavidad del mundo entre sus dedos
Me hablaba de idiomas y de símbolos
sin entender nada
más que el crugir del árbol
y la comisura del verso en sus tobillos
Ahora que lo pienso !Amé tanto a sus manos!
los escollos del tiempo en sus tendones
la opresión del anillo
el semblante lejano sobre el libro
el témpano que alberga cuando cimbra
el puño dentro del bolsillo
Aun pretendo sentir el hartazgo de sus huellas
Cuando decia: " voy a separar tus labios con mis dedos
y a hurgar tus recovecos con mis uñas"
(Obviamente faciales)
Pero el anhelo te lleva al infinito
Y creía sentir en mis labios vaginales
Una tromba de dedos
Un suspiro de agua
Un elefante líquido
Le fuí infiel cuatro veces
y otras tantas con masturbaciones
de esas que sólo delatan ansiedades
con imágenes que en su metáfora
describen el realismo
sin que ésto separe al orgasmo
hacia un punto efimero


Marina Centeno